miércoles, 9 de septiembre de 2009

EL DESPERTAR KANKUAMO

Eduardo León
Noviembre 2006


“Cuando el Kankuamo se perdió en el camino nos dieron la bunkuika(1)
para que la guardáramos por 5 mamos(2). Porque los Kankuamos deben volver”.
Miguelito Díngula (Mamo Kogui).


Cuatro pueblos indígenas habitan actualmente en la Sierra Nevada de Santa Marta: kogui, ika, wiwa y kankuamos, se reconocen como hijos de la Madre Universal, hermanos entre sí, y comparten una serie de construcciones simbólicas orientadas a mantener el equilibrio del macizo a través del cumplimiento de obligaciones rituales con sus ancestros.

Este último grupo —el pueblo indígena kankuamo— inició hace unos diez años un proceso de reafirmación étnica, luego de un intenso e histórico proceso de cambio cultural que había llevado a considerarlos, de manera ambigua, como indígenas aculturados o campesinos aún no del todo integrados al mundo rural.

El pueblo Kankuamo sufrió un largo proceso de aculturalización que lo llevó a occidentalizarse totalmente y perder su memoria histórica. Sus tradiciones culturales, sus creencias, sus ritos, sus leyes, su lengua, su organización social quedaron refundidas en el tiempo.

La comunidad indígena Kankuamo está ubicada en la zona suroriental de la Sierra Nevada de Santa Marta, entre las cuencas del río Badillo y el río Guatapurí. Está conformada por 12 comunidades: Guatapurí (aguas frías), Chemesquemena (en honor al Mamo Cheme), Atanques (nombre derivado de tonquis: el colibrí verde o por el ataque por parte de los españoles), Las Flores, Pontón, Mojao, La Mina, Río Seco, Murillo, Rancho de la Goya y Los Aticos. Tiene una población de 12000 habitantes, la mitad están ubicados en Atanques, la capital Kankuama, que en siglo XV lo fue también de la Sierra Nevada, tal como Tenoticlan para los Aztecas.

Los Kankuamo han iniciado hace poco un proceso de reconstrucción de su identidad cultural como pueblo. En 1993 realizaron el primer Congreso del pueblo Kankuamo, en su capital Atanques, como punto de partida para reconstruir la memoria histórica, definir una ruta para recuperar su territorio, acordar la jurisdicción indígena, hablar de etnoeducación y recordar sus conocimientos de medicina tradicional. En este congreso nació la actual Organización Indígena Kankuama OIK, la cual desde entonces ha estado trabajando por la elección de formas de gobierno propias —cabildos y consejos de mayores, entre otras—, la recuperación y protección de sus territorios y el fortalecimiento de sus procesos de transmisión y recreación cultural.

El evento estuvo acompañado de un festival cultural y artesanal con la participación de los otros pueblos de la Sierra, para reencontrarse como hermanos. Al ritmo de la música del chicote(3), las maracas, el carrizo(4) y la caja, los cuatro pueblos hermanos de la sierra celebraron el regreso de los que se habían perdido y la devolución de la bunkuika guardada celosamente por los mamos Koguis.

Este inicio no estuvo ausente de dificultades. Su principal tropiezo estaba al interior de la comunidad, gran parte de la cual se negaba a reconocerse como indígena, porque la occidentalización los tenía atrapados. Sentían vergüenza de sus raíces ancestrales. Supieron entonces que los más viejos tenían la responsabilidad de iniciar la recuperación de la memoria como pueblo y los más jóvenes de apropiársela y transmitirla a las siguientes generaciones.

Entre sus propios hermanos Arhuacos encontraron obstáculos, porque estos estaban ampliando su resguardo hacia territorio Kankuamo: Chemesquemena y Guatapurí. La Ley de SE del Dios Serankua, dice que el territorio fue dividido en cuatros partes iguales con sus respectivos pagamentos (lugares religiosos) para que habitaran los cuatro pueblos de la Sierra. Los Arhuacos, entonces, estaban infringiendo la ley al no reconocerlos como indígenas, les decían “indio que no tiene tierra no es indio”. Y en cierto sentido tenían razón, por eso la lucha por un resguardo se convirtió en su principal bandera. Un grupo de jóvenes Kankuamos recuperaron dos fincas: La Gloriosa y Finlandia, proceso al que llamaron el Despertar Kankuamo, un primer paso para recuperar el territorio ancestral.

Evelio Rodríguez, secretario general de la OIK, describe así lo que fue el segundo Congreso Kankuamo: “La Mina fue sede de nuestro segundo congreso, el chicote, las maracas, el carrizo y la caja, marcaron el ritmo y la melodía de nuestro evento, que con nuestras bunkuikas debajo del brazo reafirmaban nuestra identidad, luego el Mamo Miguelito, poseedor de nuestra sabiduría, hizo el ritual de inicio, instalándose así el segundo congreso que reafirmo nuestra identidad, hasta ese año las cosas marchaban al ritmo de la madre Sierra”.

Pero el conflicto armado también atentaba contra el Despertar Kankuamo. La guerrilla quiso condicionar el proceso. Una vez finalizado el segundo Congreso los dirigentes indígenas fueron llamados por comandantes guerrilleros quienes les dijeron: “la ley somos nosotros”. En estas condiciones, según lo describe Evelio, la convivencia era ineludible y la estigmatización también. Luis Napoleón Toro, dirigente nativo fue asesinado por los paramilitares, acusado de ser guerrillero. Los Kankuamo quedaron atrapados en medio de la guerra.

Solo hasta el año 2002, lograron la reconstitución del Resguardo Indígena con una extensión de 24000 hectáreas; por fin tenían otra vez territorio y sus hermanos Arhuacos ahora si los tenían que reconocer como indios. Pero tal como está sucediendo con otras comunidades que han logrado conquistas territoriales, se han convertido en objetivo de desplazamiento forzado por parte de paramilitares. La cuota de sacrificio de esta étnia ha sido muy alta, trescientos veinticinco indígenas han sido víctimas de desapariciones, asesinatos y desplazamientos por orden de quienes ambicionan sus propiedades.

A los Mamos Abel Alvarado y Néstor Pacheco, la violencia paramilitar les interrumpió su misión como guías espirituales, no pudieron vivir los cien años que les correspondía antes de reencontrarse con los dioses y los ancestros. Al respecto Evelio Rodríguez dice que “no pudieron participar del proceso de escogencia del MORO (el Mamo mayor), el cual debería ser anunciado en el maranzano(5) por las burbujas y ondas del líquido secreto que vierten en éste y que solo los mamos saben interpretar”.


El drama del desarraigo


Entre 1995 y 2003 ocurrieron 128 desplazamientos masivos de indígenas que afectaron a 28 mil personas. Sólo durante el año 2002, 12 mil 650 indígenas fueron obligados por grupos armados a desplazarse de sus territorios, según el informe del relator especial sobre la situación de los derechos humanos y las libertades de los indígenas, Rodolfo Stavenhagen, de noviembre de 2004.

En Bogotá están asentadas sesenta y cinco familias Kankuamas en situación de desplazamiento forzado. El proceso de desterritorialización y desarraigo ha traído consigo consecuencias desastrosas para su proyecto de vida: la desarticulación de la tradición, al no poder ir a los sitios de pagamento, consideran que se les empieza a ir en contra por dejar de alimentarlos; se ven obligados a vivir en un entorno individualista y agresivo que los discrimina; sufren restricción a su libertad; padecen inseguridad alimentaria; se ven enfrentados a la desarticulación familiar, social y comunitaria. Los jóvenes son rápidamente cooptados por la cultura occidental, los males que aquejan a la juventud en las ciudades los acosan permanentemente, su cultura se ve seriamente amenazada.

Evelio describe la tragedia de su comunidad lamentándose de lo difícil que es sobrevivir en la ciudad: “sobre todo cuando ya no hay posibilidades del acueducto comunitario, y el arriendo es una realidad que acosa como las balas que desplazaron y asesinaron a la etnia”.

Siente temor porque “La bunkuika celosamente guardada por sus hermanos Koguis durante quinientos años (cinco Mamos), que resguardó los secretos, el conocimiento ancestral y la cosmogonía, nuevamente corre el riesgo de refundirse”. El indio Kankuamo desplazado añora su territorio, resiste y se organiza. Sus dirigentes impulsan un proceso para no perder nuevamente el camino.

Crearon en Bogotá, conjuntamente con otras étnias, la Minga Indígena con el respaldo de la ONIC para resistir y volver a sus sitios de Pagamento a reencontrarse con sus ancestros, a reconciliarse con Serankua que está enojado porque abandonaron el territorio que les encomendó cuidar.

En nuestro país no solo se está depredando la riqueza ambiental, sino también se está destruyendo la riqueza multicultural y pluriétnica, que tal como la diversidad de flora, fauna y de recursos naturales, constituyen un gran patrimonio para el país y la humanidad.

Estamos frente a un auténtico etnocidio, que pone en grave riesgo la pervivencia de pueblos ancestrales como los indígenas y los negros, privándonos de esta manera de una sabiduría y conocimiento ancestral en donde seguramente podremos encontrar las claves de la supervivencia de la humanidad, porque han sido ejemplo de convivencia armónica con la naturaleza durante muchos siglos.

Es un deber contribuir con los procesos de resistencia que libran estos pueblos para lograr su pervivencia y continuar con su mensaje a la humanidad, para que el mundo sea sostenible, para que no acabemos con la madre tierra. Debemos auto reconocernos como descendientes también de estas culturas ancestrales y en consecuencia, defenderlas como se hace con la propia familia.

Su conocimiento, seguramente extraño a nuestra cosmovisión predominantemente occidental ha demostrado ser mucho más avanzado que el llamado científico. El conocimiento indígena, al contrario del conocimiento científico, no mata la vida para entenderla, la comprende en su integralidad y no necesita destruirla para intuir como funciona. Los indígenas no requieren laboratorios de experimentación para darse cuenta que la relación actual humanidad- naturaleza acabará con el mundo, dado que no se establece para suplir las necesidades del ser humano, sino para acumular riqueza y poder. Esta lógica de acumulación es la que ha ocasionado la victimización de los indígenas, sometiéndolos al desarraigo territorial cultural, que equivalen a su exterminio. Sus territorios son apetecidos por su biodiversidad y la gran riqueza en recursos naturales que albergan.

El Despertar Kankuamo, sigue vigente, no permitirá que la cultura occidental los atrape en otro letargo de quinientos años. Han recuperado la bunkuika para mantenerla bajo su brazo, porque allí está guardada su cosmovisión, su cultura y el conocimiento ancestral que les permitirán su pervivencia como pueblo originario.


NOTAS:

(1) Mochila de los indígenas que habitan la Sierra Nevada, en la que guardan secretos, protección y conocimiento ancestral
(2) Los Kogui afirman que un mamo vive 100 años, entonces cinco mamos equivaldrían a 500 años
(3) Gaita de millo corta
(4) Tambor
(5) El maranzano es un totumo en el que los mamos vierten un líquido secreto que les revela conocimiento y sabiduría.

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